Sivutha Onn es Director de Planificación del Ministerio de Educación, Juventud y Deporte de Camboya. Reflexiona sobre este importante día tras una década de cooperación entre su país y el IIPE UNESCO. 

El Día Internacional de la Educación es importante porque cada vez que realzamos el perfil de la educación como fuerza motriz del desarrollo, más responsables de la toma de decisiones comprenden la prioridad de la educación. Cuando pensamos en el tipo de sociedad en la que deseamos vivir, podemos ver una sociedad en la que todos saben leer, escribir y contar y en la que las oportunidades creadas a través de la educación generan innovación, desarrollo y pensamiento independiente. 

Como planificador de la educación, me aseguro de que seguimos desarrollando la calidad del sistema educativo y de que nuestros planes también evolucionan para que todos nuestros niños y niñas tengan oportunidades de aprender.

Tenemos que planificar que lo que aprendan los alumnos sea relevante y les permita tener oportunidades en el mundo del siglo XXI.

Sivutha Onn, Director de Planificación del Ministerio de Educación, Juventud y Deporte de Camboya.

Nuestro trabajo en favor de las escuelas, docentes y la reforma de la gestión educativa debe desarrollarse según un modelo sostenible y progresivo, que contemple el impacto a largo plazo de la educación. Estamos mejorando nuestro análisis de los sistemas existentes, utilizando datos y pruebas para planificar, y proyectando objetivos a largo plazo que deben alcanzarse por etapas. Cuando observamos los sistemas educativos desarrollados, podemos ver que el desarrollo de la educación lleva tiempo y muchos pequeños pasos; la planificación de un enfoque claro y coherente de la educación es clave para lograrlo. 

El mundo necesita invertir en educación porque es el único camino hacia el desarrollo sostenible. Todas las demás prioridades del desarrollo -economía, salud, medios de subsistencia, lucha contra el cambio climático, etc.- dependen de lo que hagamos. El mundo necesita personas formadas para realizar nuevos trabajos, hacerlos bien y con las competencias necesarias. 

No hay desarrollo sin educación, y la educación es la mayor fuerza para reducir la desigualdad. Además, la educación es algo que se transmite de generación en generación: los hijos educados se convierten en padres educados, cuyos hijos superan el aprendizaje de sus padres, y así continúa a través de las generaciones.